jueves, 2 de agosto de 2012

Mi regreso

 

Me resulta difícil retomar la escritura. Volver a ponerme delante del teclado y dejar que todo lo que llevo dentro…, fluya. En primer lugar porque hace mucho tiempo que no lo hago. En segundo, por todo lo que he vivido desde la última vez que lo hice. Cualquier excusa es buena para procrastinar el momento.

El problema de ponerte a escribir es que no puedes dejar que salga TODO: tienes que poner un filtro. Y eso también es difícil. Porque los posos que quedan, luego hay que ir limpiándolos poco a poco para que no se enquisten y condicionen nuestras vidas.

El filtro que utilizo a la hora de escribir aquí, en el blog, es el de compartir mi experiencia en Alemania: lo que YO he vivido, he experimentado, he sentido... Pero siempre desde el optimismo y el buen rollo.

Desgraciadamente, no todo en la vida son buenas experiencias y se aprende más de las cosas que salen mal que de las cosas que se hacen bien.

El balance de mi experiencia en Alemania ha sido muy positivo. Pero no todo ha sido felicidad y alegría. También ha habido mucho sufrimiento y dolor. Como me dijo una amiga cuando quedamos en abril en Madrid, después de nueve años sin vernos: “La vida está llena de luces y sombras”.

Mi sombra llegó a apagar mi luz interior y a hacerme caer en la depresión. Gracias al apoyo de mis familiares y amigos y el trabajo de unos buenos profesionales, salí adelante.

 

La depresión es una enfermedad mental que afecta a mucha más gente de la que imaginamos. Es más: se dice que, según el estilo de vida que llevamos en Occidente, en unos años será la primera causa de muerte.

Pero se puede salir de ella. Aunque para ello hace falta que reconozcamos que no estamos bien y que busquemos la ayuda profesional adecuada.

Normalmente, hay que acudir al psiquiatra (para que te ponga una medicación) y hacer psicoterapia. Pero hay que tener cuidado. Como me dijo la misma amiga en Madrid: “Un buen psicólogo puede hacer maravillas y hacer que no tengas que volver a ir nunca más; pero uno malo te puede joder la vida”.

Para bien o para mal: yo me encontré con un psiquiatra y una psicóloga (padre e hija): que casi me joden la vida. Después, gracias a mi aseguradora: di con dos profesionales a los que les debo mi recuperación. Gracias.

Gracias a todos.

A mis padres, por estar SIEMPRE ahí. A mi tío Toñín, por esa falda preciosa (¿Sabes que la lavo a mano para que no se estropee y me dure muchos años? Jajaja) y por estar también siempre ahí. A Virginia, que me ayudó a tomar la decisión de ir a España a tratarme antes de que empeorase más. A Vir y a Luis: por ese viaje maravilloso que hicimos el año pasado que nos hizo conocernos bien y disfrutar de Alemania juntos; por todas las tardes en Madrid, las conversaciones telefónicas, los correos, etc., etc. Espero que seáis muy felices con María, vuestra primogénita, y tooodos los que que vengan después. A Míguel, por ser ese amigo fiel y leal que pocas veces se encuentra en la vida, y a Cris, que también se interesó mucho por mí. A Elena, que siempre me llena de energía y me carga las pilas. A Kiara: mi niña adorable, siempre llena de luz y color. Y todos a los que no puedo, no debo o no quiero nombrar, pero que también habéis sido y sois muy importantes para mí.

Gracias también a toda la gente anónima que me ha animado con sus comentarios. Desde ese paciente que me levantó el ego diciéndole a mi psicólogo que era muy guapa (jajaja, todavía me hace gracia la situación) hasta esa chica que conocí en un bar cuando entré para preguntarle si podía sacar una foto que tenía puesta en la puerta y acabó contándome su vida, dándome besos y abrazos, y diciéndome que era una persona llena de optimismo y de energía, “una auténtica Supernena” y que le había alegrado el día conocerme…

Gracias también a todos los que me habéis animado a escribir, a abrir el blog, el grupo de facebook… y, sobre todo, a seguir con ellos.

 

Un beso muy fuerte.

 

Yo avión

Yo regresando a Alemania el 1 de julio en un avión de los corsarios del aire (Ryanair)